Martes 3 de diciembre de 2024
Reducir o incluso revertir la contaminación en el lago de Coatepeque en El Salvador, uno de los destinos turísticos más importantes del país y un vital proveedor de agua para unas 7,800 personas, se perfila como una posibilidad llena de esperanza. Situado en el departamento de El Congo, a más de 55 kilómetros al noroeste de San Salvador, este cuerpo de agua ha sufrido un deterioro debido a la actividad humana, agrícola y de construcción, dejando su agua en condiciones poco aptas para el consumo.
La falta de plantas de tratamiento de agua potable y sistemas de gestión de aguas residuales en las 17 comunidades circundantes, junto con el uso de fertilizantes dañinos y la deforestación por la construcción de infraestructuras, ha contribuido significativamente a la contaminación del lago. Recientemente, el Ministerio de Medio Ambiente declaró una emergencia ambiental de 12 meses en la cuenca del lago, una medida crucial para evitar un desastre ambiental.
El lago de Coatepeque, enclavado entre los volcanes de Izalco y Santa Ana y el Cerro Verdes, es el segundo destino turístico más visitado del país, atrayendo a miles de turistas cada año. Sin embargo, la contaminación ha afectado tanto a los residentes como a los visitantes, generando preocupaciones sobre la salud pública y el impacto económico.
Expertos como Alejandro Villacorta, director de la Fundación Coatepeque, enfatizan la importancia de la reforestación de la cuenca y el uso de fertilizantes orgánicos para revertir la situación. A pesar de los desafíos, existe una ventana de oportunidad para salvar el lago, pero se requiere una acción urgente y coordinada.
La alta temperatura, atribuida al calentamiento global, ha exacerbado el problema al provocar la muerte de algas esenciales para la productividad del lago. Este fenómeno no solo afecta el ecosistema acuático, sino que también impacta negativamente en la experiencia turística y en la calidad de vida de los residentes.
A pesar de los desafíos, hay esperanza en la comunidad local. Adilia López, una residente nativa, recuerda con nostalgia los días en que el lago era seguro para nadar y abastecerse de agua. Con la implementación de medidas adecuadas, como la mejora del saneamiento y la promoción de prácticas sostenibles, el lago de Coatepeque podría recuperar su esplendor y seguir siendo un tesoro natural para El Salvador.